Profesor, psicólogo, experto en chamanismo, en telepatía y en el estudio de la conciencia, autor de más de 40 libros… El currículo académico del doctor mexicano Jacobo Grinberg es tan extenso como su leyenda, esa que inició el 8 de diciembre de 1994, cuando desapareció sin dejar rastro, generando diversas conjeturas que incluyen engaños, dobles vidas, servicios secretos, extorsiones y hasta un posible asesinato.

Cercano ya su 48 cumpleaños, la familia del doctor mexicano Jacobo Grinberg organizó una fiesta para celebrarlo el 12 de diciembre de 1994. Todo estaba preparado y así disfrutar de un momento agradable… pero el festejado nunca apareció. Sin que aún se sepa muy bien por qué, este neurofisiólogo y profesor de Psicología en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), había dejado de dar señales de vida cuatro días antes.
Ninguno de sus familiares o más cercanos recibió un aviso suyo, nadie en su laboratorio fue advertido de que no volvería y tampoco ninguna persona tuvo constancia de la compra de boletos para salir del país. Tony Karam, presidente de Casa Tíbet México y posiblemente la última persona en verlo con vida, afirmó que el doctor Grinberg le había pedido organizar un viaje de meditación a la India, el cual tampoco llegó a realizarse.

Desde la Procuraduría General de la República se formó un equipo especial de investigación dirigido por el comandante Clemente Padilla, quien constató en un primer momento que en la casa del doctor Grinberg todo estaba en orden y no faltaba ningún objeto de valor.
Como insinuó el periodista de Los Angeles Times Sam Quiñones en el documental El secreto del doctor Grinberg (Ida Cuéllar, 2020), quizá el peor punto de partida posible para una investigación: “No hay nada. No tenemos cuerpo. No tenemos sangre. La evidencia de que haya pasado algún delito”.
Los chamanes de México
Pese a la relevancia de su figura y lo mucho que se ha escrito sobre su desaparición, los datos que suelen presentarse sobre la vida del doctor Grinberg son bastantes escuetos. Descrito por sus allegados como muy inteligente, analítico, buen compañero, curioso y algo hiperactivo, Jacobo Grinberg nació en 1946 en Ciudad de México. Tras graduarse en Psicología en la Facultad de Ciencias de la UNAM, se mudó en 1970 a Nueva York donde estudió un doctorado en el New York Medical College sobre la reacción del cerebro humano ante estímulos geométricos. A su regreso a México trabajó como profesor en la UNAM y fundó un laboratorio de psicofisiología en la Universidad Anáhuac, lo que le permitió seguir con unas investigaciones que fue plasmando en decenas de colaboraciones y libros como El espacio y la conciencia (1981), Retorno a la luz (1987), La expansión del presente (1988) o su enciclopedia de siete volúmenes Los chamanes de México (1987-1990). Fue este interés por el estudio de los límites de la conciencia y la realidad lo que hizo que sus investigaciones se centraran en los supuestos poderes curativos y extrasensoriales que tenían los chamanes mexicanos, ejemplificados en una de las más famosas del país, Bárbara Guerrero. Más conocida como Pachita, esta mujer recibía en su consultorio de la colonia Roma a decenas de enfermos a los que interrogaba sobre sus dolencias y a los que, si era preciso, afirmaba operar únicamente con la ayuda de un cuchillo y sus manos. A veces, extrayéndoles tumores, otras, intercambiando órganos dañados por otros sanos… y cerrando después sus incisiones con un masaje en la zona lesionada. Los pacientes sólo debían llevar una sábana, un litro de alcohol, un paquete de algodón y seis rollos de vendas. Maravillado por esos supuestos poderes curativos, el doctor Grinberg quiso explicarlos de un modo científico. Así lo dijo en una entrevista concedida a Televisión Española: “Yo soy un científico, tengo un laboratorio, estudio la actividad cerebral, la fisiología cerebral y me invitaron a conocer a esta mujer, Pachita, y a sus operaciones, y lo que yo vi ahí, en principio, contradecía todo concepto y todo conocimiento que yo tenía acerca de la realidad. Y a mí, lo que me enseñó es que yo no puedo decir cuál es el límite de la capacidad humana”, aseveró.

Gracias a sus investigaciones y a las horas y días que pasó en el consultorio de Pachita, el doctor Grinberg defendió que aquellas operaciones eran explicables a partir de su creencia de que la humanidad vivía en una realidad inventada a la que él denominaba holograma. Ésta podía ser en parte moldeada a través de nuestro cerebro, siempre que contáramos con campos neuronales de alta sinergia.
Fue el origen de su teoría sintérgica, descrita en libros como Los chamanes de México y, según la cual, “la realidad perceptual es el producto de la interacción entre un campo energético activado por el cerebro (campo neuronal) y la estructura del espacio-tiempo (campo cuántico). La interacción de ambos campos crea un patrón de interferencia que baña todo el espacio. La experiencia consciente surge cuando el observador enfoca un mecanismo hipotético, llamado factor de direccionalidad, en alguna porción de interferencia”.
Explicada más coloquialmente por el antropólogo Sergio González, en su artículo “Antropología y etnoficción: las creaciones imaginarias de la alteridad” (Revista de Antropología Experimental, 2011), lo que esta teoría afirma es que el cerebro humano es capaz de crear interferencias en el patrón espacio-tiempo, que esas interferencias son el origen de la experiencia consciente de las personas y que los chamanes pueden “provocar aperturas espacio-temporales por medio de sus actos perceptivos”.
Adaptada su teoría al caso de Pachita, Grinberg decía que, en ella, el nivel de conciencia era extraordinario: “Durante las operaciones que realizaba ella era capaz de materializar y desmaterializar objetos, órganos y tejidos. El manejo de las estructuras orgánicas le permitía hacer trasplantes de órganos a voluntad, curaciones y diagnósticos a distancia con un poder y exactitud colosales”. Su teoría sintérgica iba incluso más allá, al afirmar que, si el ser humano conociera en profundidad el funcionamiento del holograma, podría llegar a desaparecer y fundirse en la verdadera realidad. De hecho, en el documental El secreto del doctor Grinberg se cuenta cómo había comenzado ya a entrenar a niños en la visión extraocular tapándoles los ojos para que intentaran leer unos escritos sin verlos. Un experimento que —también se dice— no salió como se esperaba. Sin embargo, en la comunidad científica sus investigaciones no fueron siempre bien vistas y muchos las calificaron directamente de fantasías, criticando especialmente la aplicación defectuosa del método científico a un ámbito puramente paranormal o supersticioso. “En la obra de Grinberg, lo esotérico del chamanismo, que raya incluso en ocasiones en acciones virtualmente imposibles de creer, se muestra de una forma normalizada, como algo que, si se cuenta con las herramientas intelectuales adecuadas, puede ser tranquilamente aceptado”, reflexiona el antropólogo Sergio González.

Ya lo dijo una ocasión su hermano, David Grinberg: “Para los científicos era un chamán. Para los chamanes era un científico. Estaba entre dos mundos”.

Explicaciones a la desaparición
Y así fue, como amparándose en estos experimentos, hubo quien afirmó que el doctor Grinberg se había desintegrado voluntariamente para trascender del mundo de la materia y existir más allá del holograma. Aunque la verdad quizá sea otra muy diferente.
La primera hipótesis que se barajó tras su desaparición, y que aún no ha sido desechada, es que el doctor Grinberg fuera asesinado por su segunda esposa, Teresa Mendoza López.
Que no faltara nada de valor, la brusca desaparición del doctor y que Teresa fuera vista en días posteriores cobrando cheques y sacando cosas de la casa alimentaron esta sospecha, hasta el punto de que la policía le intervino el teléfono. Gracias a ello supieron que la mujer estaba muy relacionada con un hombre muy misterioso y conocido suyo, con formación militar, pero al que no pudieron extraer ninguna información.
Además, se daba la circunstancia de que el doctor Grinberg había confesado a sus allegados sentir miedo de su esposa, de la que eran conocidos sus intensos ataques de ira, llegando a usar a la camioneta como dormitorio para no estar a su lado.
Poco más pudo saberse, ya que Teresa Mendoza viajó a Estados Unidos donde se le perdió la pista definitivamente. Sin embargo, hubo un detalle en aquella vivienda que abrió una segunda teoría, porque, tras analizar más a fondo los enseres personales del doctor Grinberg, se descubrió que faltaban los discos duros de sus computadoras y sus investigaciones. ¿Fue entonces la desaparición en realidad un secuestro o una captación por algún organismo extranjero para hacerse de sus conocimientos?
Esta sospecha siempre estuvo presente y algunas pruebas podrían apuntar en esa dirección. En primer lugar, la llamada del trabajador de un aeródromo, de la localidad estadounidense de Boulder, afirmando haber visto al doctor y a una mujer muy parecida a Teresa Mendoza siendo llevados en sendos coches del FBI tras aterrizar en una avioneta. La misma región donde, según el documental El secreto del doctor Grinberg, este científico podría haber impartido diversas conferencias sin el conocimiento de sus más allegados. De ahí que la segunda prueba adquiera relevancia para esta teoría. Y es que, según varias publicaciones, los servicios de inteligencia han estado presentes en las universidades para atraer talentos, financiando sus proyectos e investigaciones en secreto y después extorsionándolos con la desacreditación si no accedían a sus deseos.

La CIA en las universidades
Una de esas publicaciones es el libro Spy Schools: How the CIA, FBI, and Foreign Intelligence Secretly Exploit America ́s Universities (Henry Holt and Co, 2017), del periodista Premio Pulitzer, Daniel Golden, donde se cita cómo desde hace años y “mediante conexiones estrechas con los gobiernos, los negocios y la tecnología, además de la pericia técnica que se necesita para competir en una economía basada en el conocimiento, los profesores, licenciados e incluso estudiantes son codiciados por informantes de todos los bandos”.
Así, explica Golden, “las conferencias más o menos amañadas son el entorno de captación por excelencia […]. A veces, simplemente envían sus propios agentes; otras veces, las organizan desde la sombra, a partir de empresas privadas —el principio es que el nombre de la CIA no aparezca por ninguna parte—; y, en algunos casos, organizando reuniones ‹falsas› con el único motivo de alcanzar a un potencial desertor de un país enemigo”, relata. De tal forma que, sumando estas pistas, más la sospecha de que su segunda esposa no fuera quien decía ser y sí una espía, esta segunda posibilidad sobre su desaparición cobraría cierta entidad. Quizá de ahí el miedo que demostraba tener el doctor Grinberg por su mujer.
Aún más, gracias a la orden ejecutiva firmada en 1995 por el entonces presidente Bill Clinton, que obligaba a la desclasificación de los documentos de valor histórico con al menos 25 años de antigüedad, en 2017 salieron a la luz millones de páginas donde se hablaba de misiones secretas de la CIA para derrocar gobiernos y dictadores, de avistamientos OVNI, memorandos, e informes sobre gobiernos extranjeros, experimentos en humanos, el uso y control de fenómenos psíquicos bajo el nombre en clave de proyecto Stargate… Curiosamente, en algunos de esos documentos desclasificados apareció el doctor Grinberg, junto a la explicación de varios de sus experimentos y teorías.
Sin embargo, más allá de que la CIA conociera el trabajo del científico mexicano, poco más puede asegurarse con certeza, de tal modo que la investigación sobre su misteriosa desaparición se cerró sin una conclusión, quedando hoy sólo hipótesis y teorías.